
Nayla convive con dermatitis atópica y busca visibilizar la enfermedad
Se trata de una patología poco común y que tiene un fuerte impacto psicológico y emocional. No tiene cura y afecta los tejidos de la piel con irritación, dolor, enrojecimiento, costras e infecciones. Nayla la padece hace más de 20 años y busca concientizar con su lucha.
Nayla Fadul lleva más de 20 años padeciendo la enfermedad que no tiene cura y dar con un tratamiento adecuado es sumamente complejo.
La patología se manifiesta en la piel y las consecuencias son inflamaciones en la misma que causan picazón, irritación, escamación y sequedad.
Cada 14 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Dermatitis Atópica y, en la actualidad, seis de cada diez adultos, transitan con la dermatitis atópica en mayor o menor medida.
No solamente afecta a quien la padece en lo físico, sino que en lo mental. Genera baja desde autoestima a depresión y estudios afirman que 4 de 10 personas que la padecen dermatitis sienten vergüenza por su condición.
A sus 22 años, Nayla busca visibilizar su historia y que las obras sociales colaboren con la problemática a la hora de cubrir medicación que ayude a transitar la enfermedad.
En octubre del 2019, a la joven de Río Gallegos le detectaron alergia al trigo y le indicaron que la enfermedad de la dermatitis era por eso.
“Dejé de comer trigo y llegué a bajar unos 15 kilos, estaba muy flaca. La enfermedad es muy psicológica también, así que al dejarlo estaba bien anímicamente”, relató.
En mayo-junio del 2020, luego de que se decretara la pandemia, empezó nuevamente a tener inflamación y la dermatitis comenzó de nuevo.
“Yo seguía comiendo sin trigo, no sabía lo que era y seguía pasando lo mismo. Empecé con crisis y tomaba corticoides”, describió. Seguían saliéndole escamaciones y, con 22 años tratando la patología, ya sabía qué caminos podía seguir.
Pasó todo el 2020 y 2021 sin comer trigo, poniéndose las cremas que ya conocía y haciéndose los controles correspondientes, pero, hasta el momento no había dado con dermatólogos especialistas en Dermatitis Atópica.
“Esos dos años estuve en Río Gallegos, donde no hay humedad entonces eso me ayuda muchísimo en mi piel. La humedad y el calor de Buenos Aires me hacen muy mal”, relató Nayla que hoy estudia en la capital.
En julio de este año viajó a la capital santacruceña, y el día 6 de ese mes comenzaron a salirle hematomas en el cuerpo.
“Luego, empecé con todos los médicos a hacerme controles, me dolían mucho, desde ahí estuve de medico en medico y me derivan a Buenos Aires”, contó. Con el estrés tuvo ataques de pánico y la cuestión anímica no ayudaba.
“En capital me atiendo en el Hospital Alemán donde me hacen biopsias. Lo que me dijeron de los hematomas es que se dan por la intensidad del rascado. Hasta que di con una dermatóloga en agosto que fue lo mejor que me pasó”, sostuvo.
El diagnóstico
Si bien no tiene cura, la médica le dio las opciones que tenía para paliar la enfermedad. “Me dio los medicamentos, pero además de dermatitis tengo asma y fibromialgia que surgió por todo eso”, explicó.
Hoy tiene una medicación específica y eficaz que necesita de tiempo y paciencia, pero es muy costosa. “Es muy reciente porque empecé hace poco con la dosis y apenas estoy empezando a ver cambios”, mencionó.
Por ahora es para toda la vida y el efecto no es automático. “Se trata cada 15 días, donde me ponen una inyección y el medicamento es muy caro”, contó Nayla
Sale 480 mil pesos por mes y vienen dos unidades en una sola caja, por lo que la pelea es con la burocracia de la obra social privada para que se haga la autoría, se legalice y se evalué.
Nayla busca que su historia se conozca para que, quienes la sufran, sepan que no están solos, pero también sabe que la salud no puede quedar en juego y espera que las obras sociales tomen ese conocimiento.
Fuente: La Opinion Austral