
Ganó $100 millones en una tragamonedas, pero el casino se negó a pagarle: un acuerdo confidencial cerró el caso tras dos años de lucha
En julio de 2022, Antonio Miranda creyó haber cambiado su vida para siempre al ganar $100 millones en una máquina tragamonedas del Casino de Río Gallegos. Sin embargo, la casa de juegos alegó un “error del sistema” y se negó a pagarle. Dos años más tarde, la historia se cerró con un acuerdo confidencial, muy por debajo del premio prometido.
Miranda, un albañil formoseño radicado en Santa Cruz, había ingresado aquel día al casino para resguardarse del frío. Con apenas $6.000, apostó en la máquina que usaba habitualmente y, tras pocas jugadas, el sistema estalló en luces y sonidos, indicando un premio millonario. “En breve le van a pagar”, le anticipó un auxiliar de sala. Pero la promesa duró poco: una jefa se acercó, apagó la máquina y le informó que no cobraría nada porque el equipo estaba “defectuoso”.
A pesar del rechazo, el trabajador conservó una foto del premio como prueba. El casino se limitó a devolverle su saldo restante y nunca más se refirió al incidente. En 2023, tras un año sin respuestas, Miranda inició una demanda judicial. Su abogado, Gustavo Insaurralde, aportó pruebas, pidió el peritaje del equipo y denunció irregularidades como la eliminación de las filmaciones de seguridad.

“Aunque teníamos pruebas sólidas para ganar el juicio, sabíamos que podíamos llegar a demorar entre 7 y 8 años”, explicó Insaurralde. A la espera del proceso, la vida del albañil se deterioró: sufrió un accidente, perdió el trabajo, su madre enfermó y debió regresar a su ciudad natal, Piedra Buena.
Finalmente, antes de la audiencia judicial, el casino ofreció una suma superior a los $200.000 iniciales. “El casino hizo un ofrecimiento más alto, aunque lejos de los $100 millones, que mi cliente aceptó”, señaló el abogado. Por cláusulas del acuerdo, ni Miranda ni su letrado pueden revelar el monto exacto ni brindar declaraciones públicas sobre el tema.
El convenio se homologó en julio de 2024 y fue abonado en cuotas, con la última efectivizada en septiembre. Para entonces, la madre de Antonio había fallecido, y él apenas logró comprar un terreno. “Tampoco es que se hizo millonario, pero quedó conforme”, aseguró Insaurralde, al tiempo que admitió que el tiempo jugó en contra: “Pesó más su situación personal y patrimonial, que su ambición por el dinero”.
El casino, por su parte, sostuvo que Miranda pretendía “hacerse acreedor de una suma exorbitante de manera ilegítima y no correspondida”.
El caso dejó un sabor amargo. La Justicia no alcanzó a reparar los daños colaterales: ni los días de hospital, ni la pérdida del empleo, ni la angustia familiar. Queda, al menos, la certeza de que el reclamo no fue en vano y el recuerdo de una fortuna que brilló en la pantalla… pero que nunca llegó al bolsillo.
FUENTE: INFOBAE